miércoles, 9 de septiembre de 2009

Mar


Quiero dedicar este relato a una amiga de la red, Lucía - meveras. Ella me sugirió hace un tiempo que contase algo más doloroso. Te mando un beso.

Hacía un día primaveral precioso. Me invitaron a una fiesta en el ático de un amigo de Barcelona. Yo pasaba unos días trabajando en la ciudad. La vi enseguida, junto a la ventana, comía a bocados un melocotón que debía estar delicioso. Era rubia, alta, pelo largo, piel muy blanca, cuerpo fuerte, como el de una atleta, pero con unos pechos proporcionados y unas curvas interminables. Lo que más llamaba la atención eran su precioso rostro, sus ojos grandes y azules y unos labios carnosos que quitaban el aliento. Si la belleza fuese mujer, creo que se encarnaría en ella. Me miró y volvió a morder la fruta pasando la lengua por sus labios totalmente mojados. Me acerqué.

- Hola, soy Carl amigo de Toni

- Yo soy Mar, vecina

Me senté junto a ella. Hablamos toda la tarde hasta que anocheció.

- ¿Quieres cenar conmigo?

- Si, claro, pero te voy a advertir tres cosas: nunca doy explicaciones, no repito tres veces la misma cosa y necesito cada día al levantarme comer chocolate puro. ¿Te queda claro?

- Como el agua, princesa. (Glup)

Ella eligió el sitio. Me llevó a un restaurante muy íntimo. Parecía una casa de varios pisos. Cada uno de ellos tenía habitaciones donde la gente se sentaba a comer. Nuestra mesa estaba al fondo, en un pequeño cuarto al que accedías pasando a través de unas cortinas muy vaporosas. La luz era tenue y la música chill out. Me gustó. La cena fue suave, bebimos una botella de champagne francés Veuve Cliquot brut, (otra costumbre de ella) y nos reímos hasta el postre. En un momento de la noche, sentado junto a ella, me acerqué. Sus ojos se cerraron y sentí el calor de sus labios junto a los míos. La besé, y fue como el choque de dos locomotoras a toda velocidad. Recorrí con mi lengua toda su boca, sus labios, que mordía suavemente, su aliento que sabía a frutas, sus dientes que me apresaban, su saliva húmeda que mojaban los míos. Ella empezó a gemir en mi oído, despacito, suavemente y me excité mucho más.

- vamos a casa – me dijo­ –

Salimos del restaurante y durante el trayecto hasta su casa no paramos de besarnos. En cada esquina nos parábamos y nos abrazábamos como dos adolescentes. Ella estaba muy cachonda y frotaba su sexo contra mi muslo cada vez que la abrazaba. La temperatura fue subiendo hasta tal punto que noté que estaba empapada. Cuando se rozaba contra mí, me humedecía el pantalón. Sus braguitas estaban totalmente mojadas.

En el ascensor se subió su falda, y me enseñó lo excitada que estaba.

- ¿Me vas a follar ya?

- No. Quiero que te mueras de gusto antes.

Ya en casa, la empecé a desnudar. Bajo su camisa no llevaba nada, así que pude ver esos pechos preciosos, con dos pezones sonrosados muy marcados. Llevaba un tanga negro que dejaba ver un culo espectacular. Ella lo sabía y dando vueltas alrededor de mí, cogió mi cabeza y la llevó a su sexo. Empecé a quitarle esa prenda con mis labios. Cada vez que lo intentaba rozaba sus pubis y su culo. Noté que le gustaba, por lo que me deshice del tanga y empecé a comerle el coño lentamente. Pasaba la lengua desde los labios a la vagina, empujando hacia dentro, rozando luego su culo impresionante. Hacía maravillas para no correrme por el espectáculo que aquella diosa me ofrecía. Llegó el momento de jugar con su clítoris y empecé a lamérselo. Lo tenía hinchado y sensible, por lo que me empleé con cuidado. Aquello la hizo enloquecer, y sus gemidos eran continuos. Se corrió en mi cara y pude sentir como mi boca se llenaba de sus fluidos.


- Sigue, sigue por Dios, cómeme entera.

Seguí comiéndomela, y un rato después volvió a tener otro orgasmo. Yo estaba tan cachondo que le empecé a meter un dedo en su vagina y otro por el culo mientras trabajaba mi lengua.

- Ummm....., sí, me gusta, sigue, sigue por ahí.

- Cómeme el culo – me gritó de repente, y yo por supuesto, lo hice –

- Fóllame, fóllame ya.

Yo quería prolongar al máximo el coito, así que le dije que esperase un poco. Empecé a besarle las tetas a la vez que pasaba mi pene por su sexo empapado. Acerqué la punta a su culo.

- Fóllame el culo, métela despacio.

- Hazlo tú. Sólo tienes que empujar.

Puse mi pene en su entrada y ella empujó suavemente hasta que poco a poco se lo metió todo, mientras gritaba en cada arremetida. Volvió a correrse y me suplicó que la follase de una vez.

Me puse encima de ella. Le abrí las piernas y le metí mi polla de un solo empujón. Estábamos tan excitados que casi no controlaba. Mi respiración se empezó a acelerar y yo creí que me moría de gusto. Al ver ella la expresión de mi rostro me apretó el pene con su vagina. Era como si tuviese una mano dentro de su sexo. Apretaba con tanta fuerza que me masturbaba dentro de su coño, ahhhhhhhh, qué sensación. Empezamos a movernos como locos, yo no podía aguantar mucho más y se lo dije. Ella empezó a decirme.

- Córrete, córrete ya – al tiempo que se convulsionaba como una posesa-

Me corrí con grito, ahhgggggggggggg, y ella al verme también lo hizo, gritando, mojándome y moviendo sus caderas de abajo a arriba como un látigo. Tan violento fue su movimiento que sin saber cómo, me lanzó hacia delante de la cama, dando una vuelta en el aire y cayendo al suelo de espaldas. Se hizo el silencio. Aturdido por el golpe, giré mi cabeza en dirección a la cama. Ella asustada, se asomaba buscándome. Nos dio un ataque de risa. No paramos de reír en toda la noche y os juro que me dolían las mandíbulas y el abdomen de tanta carcajada. Jamás lo había pasado así. Me enamoré.

Mi trabajo en Barcelona debía durar una semana, y estuve tres. Me tomé todas las vacaciones que tenía y durante ese tiempo hicimos el amor y nos divertimos como nunca antes había hecho. El día de mi partida Mar estaba taciturna. No queríamos hablar de ello, pero en el ambiente flotaba la tristeza. Pasamos toda la mañana en la cama, desnudos, besándonos. Una botella de champagne y algo de chocolate fue nuestra única comida. En el andén de la estación de Sants, mi tren salía en unos minutos. Mar me acompañaba junto a la escalerilla del vagón.

- No te vayas. Por favor, no lo hagas.

- Por Dios Mar, sabes que no puedo. Tengo que ir al trabajo. Resolveré unos asuntos y el fin de semana próximo estaré de nuevo aquí. Serán sólo cinco días.

La bocina del tren anunció la salida. Nuestras bocas estaban unidas por un beso interminable, como tantas veces lo habían estado esos últimos días. Sus labios carnosos, el olor de su pelo, la suavidad de su piel, el sabor a fruta de su boca. Pero esta vez notaba algo distinto. Un sabor ligeramente salado se mezclaba con el dulce de siempre. Mar lloraba. Lloraba en silencio, para dentro, pero no podía engañarme. Me abrazó con fuerza, con esa fuerza que sólo tenía ella y se me encogió el alma al ver su cara triste.

- Nos veremos el fin de semana

- Sí, nos veremos

- Mar, te quiero, no lo olvides

Ella me sonrió, al tiempo que su figura se iba haciendo pequeña al alejarme del andén. Me quedé mirándola hasta que desapareció. Sin saber cuando, me dí cuenta que mis ojos estaban empapados de lágrimas. Ironía del puto destino, en un móvil sonaba la canción de Alejandro Sanz, “corazón partío”.

La llamé al día siguiente, pero no estaba disponible. La volví a telefonear una hora después, pero igual. Hablé con su vecino, mi amigo Toni, y me dijo que nadie respondía en su casa. La llamé cien veces esa semana y siempre el mismo resultado. El sábado que en teoría habría de verle, recibí un mensaje de ella en mi teléfono:

“Carl, te quiero, te quiero, te quiero, no espero que lo entiendas. No te olvidaré jamás.”

-Una despedida en toda regla-

Le dí mil vueltas a la cabeza pensando en qué me había equivocado, y la verdad es que no lo sé aún. Como dice Sabina, tardé en olvidarla 19 días y 500 noches, pero la olvidé, o al menos eso creía. Dos años más tarde recibí en casa una carta. Una invitación de boda. Mar se casaba. En ella me decía que le encantaría que fuese a su enlace. También me decía que sentía algo especial por mí y bla, bla, bla. La verdad es que para estar dos años sin dar señales de vida, se extendió bastante. Las explicaciones no las esperaba, ella me había advertido ya. Tiré la carta a la basura y continué con mi vida lejos de ella. Logró que pasara unos días jodido y me sorprendí por ello, (lo tenía superado, ¿no?).

Al cabo del tiempo la vi por casualidad en Madrid. Estaba tan guapa como siempre, pero sus ojos me parecieron tristes. Nos saludamos fugazmente (ambos íbamos con otras personas) y me dijo que quería hablar conmigo. Ese mismo día me enteré que se había separado unos meses después de su matrimonio. Tengo su número. Nunca la he llamado, aunque me ha tentado hacerlo alguna vez. Su recuerdo ya no me hiere, pero siempre que algo me la trae a la mente, os juro que me estremezco. Mar, Mar, Mar.

jueves, 6 de agosto de 2009

Música





Hola amigos. Como soy un novato en esto del blogoespacio, resulta que acabo de descubrir cómo se pone música a mi página, y además de un modo simple y potente. Por ello he seleccionado dos canciones muy "dance", que aunque no es la música que más escucho, sí me pone las pilas y me hace saltar allá donde esté, y como estoy a puntito de irme de vacaciones, me pide el cuerpo marcha, jejejeje. Si fuese de la otra (esa me la pide el cuerpo casi siempre, verano, otoño, ...), os pondría temas más relajaditos, pero como ya conozco la fórmula, tiempo habrá. Hasta entonces os envío un besazo a tod@s.

viernes, 26 de junio de 2009

La primera vez



Disfruto visitando los blogs de muchos de vosotros. Me encanta leer a Lucía Brassi cuando dice “Me gustan los hombres. Me gusta seducirlos. Me gusta follar la primera noche. Y la segunda, a veces hasta la tercera…” Me pongo malito viendo las fotos de Maya, exhibiendo su cuerpazo, (ummm..., cómo esta esa niña). El culo de la princesa culona, los relatos de Lydia “Tócame, bésame, fóllame”, el blog de UHL, los susurros de Sherezade, (es única). Me gusta leer a Mareve, aprendo con ella y me deleita. Leo a J aunque tenga su blog cerrado, y a CálidaSirena, dueña de un mar de blogs y una fantasía sin límites. A Sandrita, a Bárbara, Pasión, Amapola y a tantos otros, que casi me da vergüenza publicar un post. Pero cerraré los ojos, haré caso a Lucía-m, y hablaré de la primera vez que tuve sexo con otra persona. Ella me sugiere que sea de un modo divertido, pero es que esa vez, aunque fue fantástico para mí, no recuerdo que fuera demasiado cómico. Ahí va eso…

Yo tenía 16 años, era verano y estaba de vacaciones. El curso me había ido bien, así que no tenía nada que hacer. Como la mayoría de los amigos vendrían en unas semanas decidí trabajar unas horitas al día en lo que fuera. Carmen es mi tía. Ella tenía una peluquería de señoras, y en esas fechas le sobraba el trabajo, así que me propuso ayudarle.

- ¿Yo?, si no sé nada de pelos.

- Es igual, tu sólo tienes que barrer de vez en cuando, lavar cabezas, secar y poco más.

- Vale.

Así comenzó mi andadura en la pelu de mi tía. Trabajar todo el día entre mujeres era para mí lo mejor. Lo que decían, cómo lo decían, y las barbaridades que escuché ese verano han quedado grabadas en mi memoria para siempre. Era casi la hora de cerrar y llegó una chica morena de unos 18 ó 19 años para lavar y marcar. El rey del lavado era yo, y a esas horas en que no quedaba nadie, más aún. Enseguida me fijé en ella. Era preciosa. Llevaba un pantalón vaquero cortito, muy cortito, que en vez de oprimir sus muslos, se ensanchaba, dejando ver el principio de su culo. Unas braguitas blancas diminutas que pude ver cuando estaba echada hacia atrás en el lava cabezas, con las piernas ligeramente separadas. Ufff..., eso me produjo un cierto nerviosismo. Empecé a frotar su pelo con suavidad.

- ¿Va bien?, ¿ caliente?

- Si, va fenomenal.

Ella cerró los ojos y se dejaba hacer sin hablar. Las caras que ponía eran de lo más elocuentes. Parecía que disfrutaba con los masajes que le daba y de vez en cuando suspiraba bajito. Eso me empezó a poner enfermo, pero decidí poner freno a mi calentón. Estaba trabajando. La chica me miró sonriente con la toalla liada en la cabeza.

- Estabas nervioso

- ¿Yo?, qué va. ¿en qué te basas para decir eso?

- En que te temblaban los dedos, y tu respiración está muy acelerada.

Me ruboricé. El sofocón fue tal que se echó a reír y levantándose me dio un sonoro beso en la mejilla.

- Qué mono eres, jajajaja.

Si muy mono je-je-je. La pasé al sillón y tras hablar un minuto con mi tía, me dice que le seque el pelo y se lo peine dejándoselo liso.

- Lo único que tienes que hacer es utilizar estas pinzas de calor y pasar muchas veces el cepillo.

- A la orden.

Empiezo la faena. Poco secador, pinzas y cepillo. A medida que iba cepillando esa cabellera oscura, su cara se iba transformando.

- Me encanta que me cepillen el pelo. Sigue así.

- Os juro que sin saber por qué tuve una erección instantánea. Me estaba excitando como nunca con sólo pasar el cepillo por su pelo, y parecía que ella disfrutaba tanto o más que yo.

- Estás excitado ¿verdad?

- Sí. Le dije sin miramientos.

- Me estás poniendo a mil. Si quieres lo dejo y sigue Carmen.

- No, no, sigue tú. Me encanta como lo haces.

De repente se volvió con suavidad y me tocó el paquete. Como estaba pegado a ella no se notó demasiado, pero casi lanzo un grito. No lo esperaba.

- Vaya, sí que estás animado. Mira, ¿ves esa casa de final de la calle?, esta noche pásate sobre la 1 por la ventana de mi cuarto. Es la del final. No te confundas.

Cerré la peluquería, me fui a casa y aguardé a que fueran las 12.30 para ir a casa de mi nueva amiga. No cené nada pues los nervios me lo impedían. ¿Qué querría de mí?, sólo imaginarlo me excitaba más, y con 16 años la erección era permanente. Llegué a la casa. Era un dúplex con ventanas arriba y abajo. Me cuelo en la terracita y busco la última ventana. La más retirada. Debe ser esa, (pensé).

- Toc-toc, Ruth, estás ahí.

- Llegas temprano. Cállate y espera unos minutos. No te muevas.

- Obedezco, me siento en un lado de la ventana sin dejarme ver y espero. La noche era oscura y no se veía nada.

Desde mi escondite escucho a Ruth hablar con su madre, entra en su cuarto y me dice

- Observa y disfruta

Empezó a quitarse la ropa. La camiseta, suavemente sabiéndose observada. Lo hacía con la puerta abierta con la luz del baño encendida para que la viese perfectamente. Se quita el pantalón y se queda sólo en ropa interior. Una mancha negra se transparentaba dejando ver un pubis precioso. Lentamente se desabrochó el sujetador y vi esas tetas impresionantes. Tenían el tamaño perfecto, blanquitas con un pezón sonrosado que le cubría en centro y que casi no se veía. Turgentes, enhiestas, maravillosas. De repente se quita las braguitas, y desnuda, se pasea un instante frente a su armario y se pone un camisón corto.

- Buenas noches mamá

- Buenas noches Ruth

Se cierra la puerta y viene ante mí. En la oscuridad me coge la mano y me la pone en su sexo. Estaba totalmente desnuda, el camisón había caído al suelo en un instante y sentí la humedad y el calor de un coño de mujer por primera vez. Estaba totalmente mojada y yo reventaba mis vaqueros. Ella se apresuró y me bajó los pantalones rápidamente. Empezó a masturbarme mientras yo hacía lo mismo con ella. Uno a cada lado de la ventana. Empezamos a gemir en silencio.

- Ahmmmmm, siigueee, siiii, tócame aquí, aquí, siii.

- Ruth, ¿con quién hablas?

- Con nadie mamá

- Te estoy oyendo cuchichear

- Bueno, sí, estoy al teléfono con mi amiga Marga, ya lo dejo

Oigo la puerta que se abre y me lanzo al suelo de la terraza. Mi amiga se queda como mirando al jardín y su madre se acerca. A mí se me sale el corazón, “no han pillao”, pero no. Ella muy tranquila habla con su madre junto a la ventana a medio metro de mí. Yo, acojonado en el suelo y con una erección que me iba a romper la polla.

Se va. Uffffffff.

- Vaya, parece que el pajarito sigue en guardia

- Joder Ruth, casi nos pillan. Mejor me voy.

- No, tranquilo. Ella se ha acostado y no volverá, la conozco. No hagas ruido durante unos minutos y arreglado. Mientras tanto, ven.

Me hizo sentar en la ventana, se acercó a mi polla. Inspiró y mirándome un instante con cara de loba se metió mi miembro en su boca. Nunca me la habían comido. Ummmmmmmm, sentí calor, fuego que me abrasaba la punta de mi falo, tal vez por la erección continuada, tal vez por la novedad, por la emoción, yo qué sé. Toqué las estrellas con mis dedos, no grité porque sabía que estaba cerca su madre. No sé cuánto duró, 10, 15, 20, no lo sé de veras, estaba como drogado de sexo, me hizo una mamada como pocas veces recuerdo y cuando no pude más me corrí entre gritos ahogados. Ella se dió cuenta, y en el momento preciso, se la sacó de la boca. Mi experma inundó su cara, sus manos, el suelo. Me ordeñó en toda regla. Fui feliz, FELIZ.

Nos besamos apasionadamente, y ella me dijo:

- Mañana te toca a ti



miércoles, 10 de junio de 2009

Cibersex


Hace tiempo estuve trabajando en un pueblecito de la sierra de Madrid. Me hospedé en una pensión de las de película. Vieja pero límpia, con cuatro habitaciones en la planta superior y un baño para compartir. La dueña era el vivo retrato de un hombre de las cavernas. De edad madura, dimensiones generosas, calzaba unos pechos descomunales. Sobre ellos un ancho cuello y en medio de la cara un bigotazo impropio de una dama. Me quejé a la empresa y me contestaron que no había nada mejor, que me apañara, total iba a ser poco tiempo ... El tercer día me dirigía a mi habitación con una compañera, cuando nos para en medio de la escalera y me dice que no se permitían mujeres. Le explico que es una cuestión laboral y que era cosa de unos minutos, a lo que responde que no. Que si pensaba que era idiota (la muy zorr...). Mi compañera alucinaba, así que nos fuimos al bar del pueblo y entre lamentos míos y risas de ella solucionamos la cuestión. Para pasar el rato, después de la cena me conectaba con mi portátil al chat de terra. Al menos funcionaba internet, y además pagaba la empresa. Después de hablar con "gatita" casi una hora me pregunta si tengo cam.
- ¿Yo?, sí tengo
- Dame tu msn y te agrego
- Hola Carl
- Hola gatita
- Conecta la cam
- ¿Así en frío?
- ¿ Y QUÉ NECESITAS?
- Vale, vale, no te enfades. Nos conectamos, pero su cámara no se ve bien por lo que desconecto la mía.
- Vamos tonto, lo vamos a pasar muy bien, conecta unos auriculares y te susurraré, (qué bien sonaba eso de susurrar)
La cosa no iba mal, ella era una verdadera experta susurrando, ummmmmmmm, me estaba poniendo malito de verdad, además ponía fotos suyas en las que estaba muy sexy.
- Conecta la cam cariño, quiero ver tu cuerpo
- No, no me gusta yo solo
- Vamos amorcito, quiero ver tu pollón muy cerca
Joder con la tía, debo parecer un estrecho, pero es que no me fío. El caso es que después de mucho insistir y de prometerme la experiencia de mi vida, se la puse, eso sí, sin mostrar mi cara.
- Ummmmmmmm, quítate los calzoncillos, ummmmm, siiiiiii, asíiiiiiii. Tócate, quiero ver como crece, ummmmm.
He de decir que parecía una profesional, qué vocecita me ponía, y qué cosas me decía, realmente estaba excitado. Ella se puso a gemir primero suavemente y luego a dar casi gritos. Eran unos gemidos espectaculares, lo juro.
- Tócate más, métete el dedo en el culo.
- Oye, es que en esta posición es incómodo, no llego
- HAZLO COÑO
Joder que mala leche
- No, no puedo, si no te veo, no puedo, no me excito
De repente me conecta su cam, curiosamente se había arreglado. Unas tetazas blancas se asoman a mi monitor.¨
- ¿Te gustan?
- Bueno ..., pero se parecen poco a las de las fotos
- Las fotos son de hace unos años
- Ya veo ya
- Vamos sigue, quiero correrme contigo
Yo a esas alturas, lo que quería, era desconectar, pero como soy un caballero me dije, ánimo y cumple.
- Ummmmmm, siiiii, tócate asi, siiiii
- Oye puedo verte um poco más. Sólo veo tus pechos...
Va bajando la cámara y Santo Dios... aquello era el muñeco de michelin, debía pesar 200 kilos. Que conste que lo que me molestó no es que fuera muy gorda, sino que me dijese que era prima de la Venus de Milo. Para colomo de mis males, sus bragas eran enormes, le llegaban casi hasta las axilas, horrendo ...
- Oye gatita, mi amor, no puedo ...
- ¿CÓMO?, Cabrón, no me vas a dejar así después de una hora calentándome, Y UNA MIERDA.
Yo aún seguía absorto mirando el monitor cuando ella tocó la cámara, supongo que accidentalmente, y se le vió por un instante la cara. En ella un bigotazo negro muy familiar.
- JODER. El susto fue tal que me caí de la silla donde estaba recostado. Era mi caseraaaaa.
Además había hecho un ruido atronador con la caída, que seguro que lo habría oído por la cam y en directo, pues estaba abajo. ¿Me habrá visto caer?, ¿se me vió la cara?Cerré el ordenador y un instante después la oigo subir.
Mierda, mierda, mierda.
- Oiga, ¿le ha pasado algo?.
- No, no, es que se me ha caído la maleta
- El ruído no era el de una maleta, ha sonado mucho más fuerte, déjeme entrar,
y empieza a girar el pomo. Yo desnudo con el culo contra la puerta, por si acaso fallaba el pestillo.
-Señora, que estoy en pijama, déjelo, estoy bien.
- Abra la puerta, quiero saber qué pasa.
Dios mío, si esta tía pasa y me reconoce me la corta en trozos.
- Que no, que no le dejo entrar, haga el favor de marcharse.
El pomo cede, la puerta empieza a abrirse y a ambos lados empujábamos como locos, al menos yo. No ... va a ... ENTRAR. Y consigo bloquerala de nuevo.
- Señora por favor compórtese
Ufffffffff. Lo dejó.
Después de un minuto que me pareció eterno se fue. Me acosté temblando del susto, con el culo dolorido por la caída, pensando si me habría reconocido, lo que hubiese hecho si llega a entrar, la fuerza que tenía,...
¿Cibersex?, su puta m...



lunes, 25 de mayo de 2009

Comienzos...

Hoy comienzo mi blog. No pretendo nada especial, sólo mostrar algo de mí, a mis amigos, muchos de los cuales tienen bitácoras excelentes. Para ellos, para todos vosotros que de alguna manera estais aquí, os doy la bienvenida.