La conozco desde hace un tiempo. Me envió un correo acerca de mis relatos y ya no dejé de escribirle. Ella es encantadora; como mucha gente con la que hablo por aquí, pero con algo distinto, mezcla de humor, sensibilidad, gusto y una sensualidad desbordante. Al principio me gustaba enviarle unas letras, pero en unas semanas, lo necesitaba. Viajé a su ciudad por motivos laborales y quedamos. Ella traía una botella de tinto con dos copas. Yo esperaba nervioso y tocaron a la puerta; era Mia. La invité a pasar y le di dos besos. Cuando me acerqué a su mejilla le susurré al oído -hola princesa-, sabía que eso le gustaba. Apuramos la botella mientras hablábamos. El ambiente se hizo más relajado y nuestras caras se encontraban muy cerca. En un instante rocé con mis labios su cara, su nariz, sus ojos. Echó la cabeza hacia adelante y le mordisqueé las orejas, bajando por la nuca, parando en el hueco de sus hombros. Ella suspiraba de un modo que me estaba poniendo malo. Cogí con mis manos su cabeza. Una cabellera negra impresionante que se enredaba en mis dedos. Es muy hermosa. La besé en la boca suavemente y el beso se hizo largo, húmedo. Mis manos se deslizaron por su espalda y su vestido cayó, Mia estaba muy excitada. Bajé por su cuello y empecé a besar sus preciosos pechos, coronados por unos pezones duros, pequeños, ideales. Mientras, los suspiros se hicieron jadeos, el calor lo inundó todo. Con solo sus medias negras y un tanga a juego se puso de frente y me empujó con fuerza, cayendo a un sofá, -Ahora observa y disfruta, - me dijo. Empezó a girar a mi alrededor y lentamente fue quitándose el tanga, me ofreció su culo con descaro en un movimiento que me hipnotizaba, sus piernas largas eran perfectas y el espectáculo que me ofrecía era único.
Mi polla estallaba bajo el pantalón. - Quítate la ropa, quiero verte desnudo-, obedecí. Se sentó delante de mí en la cama con las piernas cruzadas. Las movía con lujuria, me parecían un sueño. Puso las manos cubriendo su sexo y abriendo las piernas lentamente me enseñó un tatuaje junto al pubis, una mariposa preciosa que le daba un aire aún más erótico. Estaba enfermo ya. -La mariposa es tuya, me la tatué por ti-. Me acerqué lentamente. Ella quería llevar el control pero era mi momento y utilicé mis armas.
Mi polla estallaba bajo el pantalón. - Quítate la ropa, quiero verte desnudo-, obedecí. Se sentó delante de mí en la cama con las piernas cruzadas. Las movía con lujuria, me parecían un sueño. Puso las manos cubriendo su sexo y abriendo las piernas lentamente me enseñó un tatuaje junto al pubis, una mariposa preciosa que le daba un aire aún más erótico. Estaba enfermo ya. -La mariposa es tuya, me la tatué por ti-. Me acerqué lentamente. Ella quería llevar el control pero era mi momento y utilicé mis armas.
Mientras estaba sentada al borde de la cama la tendí con suavidad. Me deslicé rozando la mariposa con mis labios. Acariciaba con mi lengua cada centímetro de su pubis depilado por completo. Primero pasé mi lengua por sus labios, me quedé un rato mojándolos, saboreándolos. Luego poco a poco subí hasta si clítoris y gritó. Estaba tan excitada que ya lo tenía hinchado. Miré a sus ojos mientras le comía desde el culo hasta el coño y vi el deseo en ellos. Lo dejé y me acerqué a su cara para besarla, para que sintiese el sabor de sus fluidos, estaba muy puto. Sentado frente a ella, con las piernas abiertas puse mi polla en sus labios. Empecé a frotarla de arriba abajo, del clítoris a la vagina, varias veces, al tiempo que le metía ligeramente la punta. Ella entre suspiros decía -fóllame, fóllame- no, aún no-. El juego nos excitó más y comencé a frotar su clítoris con mis dedos al tiempo que metía mi pene poco a poco. -¿Lo sientes?, mira como entra poco a poco-. Ella seguía gimiendo. -Si la metes entera, en dos embestidas fuertes me corro. -¿Si?, pues mira…,- de un golpe se la metí entera, una, dos,… y noté cómo alcanzaba un soberbio orgasmo que me mojó todo. Dios santo, mi excitación era tal que no podía parar. Ahhggggggg… - Mete ese pollón, rómpeme, métela- y alcanzó otro orgasmo. Uno tras otro se repetían, cortos, intensos, maravillosos. -Quiero ver cómo te corres, quiero probar tu semen, todo para mí-. ¡Joder cómo estaba!, me cogió el pene y se lo tragó entero, era una maestra chupándola y sus caras eran casi lo mejor. Chupaba con verdadera lujuria. -Me miró con una expresión que no olvidaré jamás y me dijo -córrete para mí, cuando vea tu leche me correré contigo. En unos minutos me corrí entre gemidos. El semen salía por la comisura de sus labios y resbalaba por sus pechos, estaba emocionada. La abracé, la besé, me tumbé junto a ella para darle calor, estábamos exhaustos.
Poco a poco fuimos recobrando el aliento entrelazados. Su sonrisa iluminaba la habitación y sentí un pinchazo en el pecho: tendría que decirle adiós. Dos vidas distintas, dos mundos diferentes y una sensación de pérdida que seguro habéis sentido alguna vez. Vaya mierda.
Estuvimos toda la noche hablando, hicimos el amor de nuevo, pero sobre todo miraba su cara, esa cara que me había hipnotizado, esa sonrisa franca...
Tú sabes de qué hablo, y te lo debía.
Te quiero amor.
Poco a poco fuimos recobrando el aliento entrelazados. Su sonrisa iluminaba la habitación y sentí un pinchazo en el pecho: tendría que decirle adiós. Dos vidas distintas, dos mundos diferentes y una sensación de pérdida que seguro habéis sentido alguna vez. Vaya mierda.
Estuvimos toda la noche hablando, hicimos el amor de nuevo, pero sobre todo miraba su cara, esa cara que me había hipnotizado, esa sonrisa franca...
Tú sabes de qué hablo, y te lo debía.
Te quiero amor.
Fotos extraídas de http://sensualimages.blogspot.com por cortesía de la autora del blog. Gracias Six X